A principios del siglo XVII, un hidalgo de la Mancha pierde el juicio a
fuerza de tanto leer las historias de gigantes, batallas, princesas y
guerreros que relatan los libros de caballerías. Una vez loco, decide
hacerse caballero andante y echarse a los caminos con el nombre de don Quijote
para imponer el reino del bien en el mundo. Cubierto con una armadura
de sus bisabuelos y acompañado por el ingenuo Sancho Panza, don Quijote
recorre media España en busca de malvados a los que derrotar y de viudas
y huérfanos a los que socorrer. Pero su viaje no es más que un rosario
de locuras que provocan el asombro y la burla de quienes las contemplan y
la diversión y la risa de quienes las leemos.
Don Quijote confunde los molinos con gigantes, arremete contra un
rebaño tomándolo por un ejército enemigo, libera a unos peligrosos
delincuentes y cree volar por el cielo montado en un caballo de madera.
Pero, a pesar de todos sus disparates, consigue nuestra adhesión y
despierta nuestra ternura, porque sus ideales de justicia son propios de
un corazón noble y sus palabras revelan a menudo una envidiable
lucidez. Por eso al leer su historia, uno acaba siempre por preguntarse
si a este mundo nuestro tan desatinado no le harán falta unos cuantos
locos cuerdos al modo de don Quijote.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada