dilluns, 4 de març del 2013

Don quijote

 Agustín  Sánchez

A principios del siglo XVII, un hidalgo de la Mancha pierde el juicio a fuerza de tanto leer las historias de gigantes, batallas, princesas y guerreros que relatan los libros de caballerías. Una vez loco, decide hacerse caballero andante y echarse a los caminos con el nombre de don Quijote para imponer el reino del bien en el mundo. Cubierto con una armadura de sus bisabuelos y acompañado por el ingenuo Sancho Panza, don Quijote recorre media España en busca de malvados a los que derrotar y de viudas y huérfanos a los que socorrer. Pero su viaje no es más que un rosario de locuras que provocan el asombro y la burla de quienes las contemplan y la diversión y la risa de quienes las leemos. Don Quijote confunde los molinos con gigantes, arremete contra un rebaño tomándolo por un ejército enemigo, libera a unos peligrosos delincuentes y cree volar por el cielo montado en un caballo de madera. Pero, a pesar de todos sus disparates, consigue nuestra adhesión y despierta nuestra ternura, porque sus ideales de justicia son propios de un corazón noble y sus palabras revelan a menudo una envidiable lucidez. Por eso al leer su historia, uno acaba siempre por preguntarse si a este mundo nuestro tan desatinado no le harán falta unos cuantos locos cuerdos al modo de don Quijote.

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